El 1 de diciembre de cada año se celebra el día mundial de la prevención de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV por sus siglas en inglés). Considerando que en el mundo, cada año se detectan aproximadamente 2 millones de nuevos casos de esta enfermedad y que, la mayoría de ellos se presentan en personas en edad reproductiva, el impacto que tiene esta situación en las mujeres embarazadas y sus niños es de gran magnitud.
Desde la perspectiva científica médica es muy interesante conocer que el virus de la inmunodeficiencia humana puede pasar de la madre al niño a través de la circulación placentaria, sin embargo, la mayor parte de niños que nacen de madres con infección por HIV, adquieren la enfermedad durante el parto. Por otra parte, es bien conocido que el virus puede pasar de la madre al niño a través de la leche materna.
Como todo en el cuidado de la salud, lo más importante es la prevención y la detección temprana del problema. Según las recomendaciones de muchas guías de práctica clínica actualizadas, durante la primera visita para la atención del embarazo, se sugiere establecer el riesgo de infección por virus de la inmunodeficiencia humana en cada paciente. De la misma manera, es mandatorio realizar un examen para descartar infección por HIV. En las pacientes en las que se considera un alto riesgo de infección es importante además, repetir este examen en la última visita antes del parto.
Hace pocos años el diagnóstico por infección por HIV significaba prácticamente una sentencia de muerte, sin embargo, el desarrollo de fármacos conocidos como anti-retrovirales, ha tenido un efecto muy positivo al retrasar las complicaciones asociadas a la infección y la mortalidad de los pacientes. En el caso de las mujeres embarazadas que tienen infección por HIV, la medicación anti-retroviral contribuirá a disminuir el riesgo de transmisión de la enfermedad durante el parto. Incluso existe la recomendación de administrar tratamiento farmacológico a los recién nacidos como medida de prevención.
Considerando otras recomendaciones, no cabe duda que el parto normal conlleva un alto riesgo de transmisión por lo cual, en todos los casos está recomendado practicar una cesárea para terminar el embarazo en el tiempo adecuado. Finalmente, los niños que nacen de una madre que tiene infección por HIV, no pueden recibir leche materna ya que aumenta el riesgo de la enfermedad por lo cual hay que buscar alternativas para la nutrición del recién nacido.
En conclusión, cabe enfatizar la importancia de un adecuado control prenatal con profesionales calificados y de experiencia. Para los profesionales, por otra parte, cabe la fuerte recomendación de promover la consulta pre concepcional o de salud reproductiva como medidas de atención primaria encaminadas a la prevención y promoción de estrategias que combatan esta enfermedad.
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